miércoles, 11 de marzo de 2015

LA HISTORIA DEL LOCO de John Katzenbach. (Mi segundo encuentro)


LA HISTORIA DEL LOCO de John Katzenbach.

2004. Thriller. P: 8/10.

Autor: John Katzenbach.

Sinopsis: Francis Petrel (pajarillos) recuerda y escribe en las paredes de su habitación lo sucedido veinte años atrás, cuando estaba recluido en el manicomio, el Western State Hospital, después de una fuerte discusión con su familia que llega a amenazarlos con un gran cuchillo de cocina. Y por sus voces, unas voces interiores que le machacaban y le aconsejaban el que hacer. Pero, su vida no será placentera y pronto descubrirán UN ASESINATO…apoyando a Peter, el bombero y a Lucy, la fiscal, trataran de descubrir al criminal pese al lugar donde están y de los médicos.

Comentario: Tras la buena sorpresa de “El psicoanalista de John Katzenbach” de tan buen recuerdo su lectura, me llega este nuevo libro del mismo autor. El comienzo es prometedor y te quedas enganchado desde el primer capitulo, con esa brillante entrada de Pajarillo al manicomio y su encuentro con El Bombero.

De entrada la descripción del sitio es espeluznante, recinto cerrado y con llaves en el hospital y en su piso; la atmósfera opresiva se va adueñando del lector, los constantes sorpresas que te va deparando te preparan para un final…

Bien contada, bien relatada, con una prosa fácil, ágil y muy descriptiva aunque, a veces, se para un poco mas de la cuenta en hechos pasados que, como bien avisa, pueden no ser verdad o ser una fantasía o una deformación en la mente de Pajarillo.

Personajes encantadores, aun los mas tétricos y, sin embargo, quedan mas diluidos los médicos del hospital, como unas sombras que vagan y divagan por los pabellones.

Entretenida, muy entretenida, con grandes personajes. Está Cleo, Napoleón, El Noticiero, Larguirucho….tantos hermosos personajes, los hermanos Nelson…

En un mundo cerrado donde la anormalidad es lo cotidiano, donde la locura es lo normal, donde nada es lógico ni coherente, la historia de Pajarillo nos devuelve a la infancia, a aquel chiste de que “Somos locos, pero no tontos”.
 
 
Y llore (como llorareis vosotros al leerlo si os animáis) en el excepcional epilogo, llore como hacia tiempo que no hacia. Se me iban unos amigos, pero volveré a leerlo; queda el libro de forma física en la biblioteca y unos personajes increíbles en la memoria. Seguro.

 

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