Un amor de Sara Mesa.
2020. Drama. P: 6/10.
Autora: Sara Mesa.
Sinopsis: En La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella. El resto de los habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.
La Escapa, con el monte de El Glauco
siempre presente, terminará adquiriendo una personalidad propia, oprimente y
confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino también consigo
misma y sus propios fracasos. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y
sobrentendidos, de tabús y transgresiones, Un amor aborda,
de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de
comunicación sino de exclusión y diferencia.
Comentarios: Es curioso como en estos
últimos tiempos aparecen estas noveles en los que la base de la trama es la
huida al campo de un urbanita para, desde ahí, construir una metáfora de la
vida actual, metáfora y critica antes los conflictos que se producen.
Sara Mesa (“Cuatro por cuatro”, “Un incendio invisible”, “Cicatrice”, “Cara de pan”, “Mala letra”) vuelve a confrontar al lector con los límites de su propia moral en una obra ambiciosa, arriesgada y sólida en la que, como si de una tragedia griega se tratara, las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo poco a poco mientras, de forma paralela, la comunidad construye su chivo expiatorio.
Una novela
solida, por desgracia muy corta, muy bien construida, con un lenguaje limpio y
cuidado y unos personajes deliciosos. Hay, en ella, una frágil patina de
tragedia griega o de novela tensa del género casi gótico, de terror, pero de un
terror cotidiano, cercano, conocible por todos nosotros pues en algún momento
los hemos vivido. Con todo el peor personaje, es la propia protagonista, Nat
cuyo retrato queda difuminado, vacío, inconsistente. También hay ecos del mejor
Delibes, con perdón, que nadie se ofenda.
Quizás, sin
quizás, la segunda parte es la más floja e inconsistente por el caos mental de
la protagonista.
La narración
es fluida con esos tres niveles: esa narración en tercera persona, los diálogos
que son escasos y los pensamientos de esta mujer.
Y un final
no muy conseguido que desmerece del resto del libro. Te deja con la boca
abierta diciéndote no puede ser, así no se acaba una buena novela como
esta…ligera decepción y fracaso como lector.
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