LA PEREGRINA de ISABEL SAN SEBASTIAN
2018. Narrativa histórica. P: 7/10.
Autora: Isabel San Sebastian.
Sinopsis: Año 827. En su pequeña corte guerrera, Alfonso II el Casto, rey de Asturias y aliado de Carlomagno, recibe una extraordinaria noticia: en un bosque próximo a Iria Flavia, allá donde termina el mundo, han aparecido los restos del apóstol Santiago. ¿Es posible tal prodigio? El rey decide acudir al lugar, a fin de aclarar el misterio.
En la comitiva marchan nobles enredados en intrigas, fieros soldados, cautivos sarracenos, monjes custodios de turbios secretos... un fiel reflejo de ese tiempo turbulento, cuyo epicentro es un rey determinado a salvar su reino. Y junto a él cabalga Alana, con la esperanza de encontrar a su hijo desaparecido y el desafío de narrar, sin saberlo, la primera peregrinación Jacobea de la Historia.
Comentarios: Después de esa pequeña joya que es "La Visigoda" y
el pequeño tostón que fue "Astur" me atrevo con esta última entrega
de Isabel San Sebastián. Se ve que ha aprendido micho en su último caminar,
escribe mejor y mucho mas suelta y atrevida; también, ya más veterana de mil
lides, se nota su magisterio en el tratamiento de los personajes y en las
descripciones brillantes de una época y unos lugares ya míticos destacando ese
rey Alfonso II El Casto y la narradora "Alana de Coaña", el personaje
más carismático de la escritora una especie de avatar de la misma que viaja por
el tiempo a esos tiempos duros de la reconquista.
Una historia maravillosa que se sigue viviendo aun hoy en día en los pasos
de miles de peregrinos a Santiago en un viaje místico, de iniciación, de auto
conocimiento y crecimiento personal. La ruta es la vieja de Oviedo a Santiago
pasando por Lugo, viaje complicado y exigente, la ruta Astur del camino.
Nunilo, Obispo Teodomiro, Pelayo el anacoreta
Me tendré que conseguir su otras obras, la auto biográfica "La mujer
del diplomático, 2014", "El reino lejano, 2012",
"Imperator, 2010" y "Lo
último que verán tus ojos, 2016".
«Me llamo
Alana. Por mis venas corre sangre astur y sangre goda. Sirvo a don Alfonso el
Magno, rey de Asturias. Mis ojos cansados han visto horrores sin cuento, pero
antes de cerrarse para siempre tal vez puedan contemplar el lugar donde reposa
el apóstol Santiago»
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