1991. Novela corta, juvenil. P: 7/10.
Autor: Patrick Suskind.
Sinopsis: El pequeño protagonista recuerda su niñez en el pequeño pueblo de
Obernsee, cuando solía subirse a los árboles donde no oía las órdenes de su
madre y de su hermano mayor. Allí podía estar tranquilo y escuchar el crujido
de las ramas y el sonido de las hojas al caer, aunque esta afición le causó más
de un disgusto por culpa, en sus propias palabras, de «la ley de la gravedad y de las leyes de caída libre de los cuerpos de Galileo Galilei».
En Obernsee también vivía un hombre llamado señor Sommer, del que nadie
sabía su nombre de pila ni su profesión. Vivía en un sótano junto a su esposa,
que se dedicaba a la fabricación de muñecas que llevaba
una vez a la semana a la oficina de correos, tras lo que hacía la compra en las
tiendas del pueblo para no volver a salir de su casa hasta la semana siguiente.
Nadie sabía de dónde venían ni si tenían otros parientes, lo único que se
conocía es que un día la señora Sommer llegó al pueblo en autobús y su esposo a
pie.
Aunque se ignoraba todo sobre su vida, el señor Sommer era una de las
personas más famosas de la región, ya que todos los días del año salía de su
casa a primera hora con la única compañía de su mochila y su bastón y no paraba
de andar hasta la noche. Aunque nevara, granizara o quemara el sol, el señor
Sommer recorría decenas de kilómetros a lo largo
de toda la comarca sin hablar
con ninguna persona y sin que nadie supiera hacia dónde se dirigía.
El protagonista se encontrará varias veces con el señor Sommer mientras va
creciendo subiéndose a los árboles, soñando que vuela y metiéndose en
situaciones embarazosas.
Comentarios: Relato narrado en primera persona por alguien de que nunca
sabremos su nombre que nos va contando, ya mayor, sus recuerdos de crio.
El autor es el celebérrimo Patrick Suskind el autor de "El
perfume".
Una escritura soberbia que nos lleva a la candidez de un crio, a las
aventuras un tanto locas de un niño que crece y que, mientras tanto, nos hace
reír y llorar. EL contrapunto de todo eso es el señor Sommer y su obsesión por
andar, caminar y no parar...pero sin el sentido lúdico de la acción.
Las ilustraciones de Sempè son de tipo infantil y naif un tanto alejadas de
tono oscuro y existencialista del relato.
Rescatarla del olvido, volver a leerla, es una delicia...
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